Y las agujas del reloj caminan lento, muy lento... Los segundos se convierten en minutos y los minutos en horas, y las horas en días que se transforman en siglos, y yo que voy deprisa, me pierdo en ese remolino de números y rayas.
Camino en círculos, voy a todas partes pero no llego a ningún sitio.
Se me engancha la chaqueta en el minutero, después se agarra al segundero. Poco a poco el reloj se para y el tiempo deja de correr.
Y eso es lo que necesito... que se pare el tiempo, en un día, en una hora, en un minuto, en un segundo... que se pare en el momento justo, en el que todo sea perfecto.
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